viernes, 3 de septiembre de 2010

Sólo en sus brazos alcanzo la meta

¿Sufre usted de baja estima? ¿cree que no sirve para nada? ¿piensa que nadie lo va a determinar porque aun no considera que ha logrado lo que ya debería haber logrado a su edad? A todos nos ha pasado supongo. Y es que definitivamente uno de los factores que contribuye a que eso suceda es la autocomparación con los demás. Las palabras hirientes de algún tipo de autoridad que dice repetidamente que no lo vas a lograr, el ver cómo personas con tus mismas (o incluso menos, a tu consideración) capacidades llega más lejos, o simplemente un bajo estado de ánimo que logra que uno tenga insatisfacción con lo que hace o ha hecho permiten que muchas personas decidan tirar la toalla en medio de la carrera. Mi motivación hoy para escribir fue precisamente una oleada de mensajes que hemos estado intercambiando con mis compañeros de equipo (de fútbol) motivándonos unos a otros para un campeonato que estamos próximos a comenzar. Viendo unos de ellos me encontré con otro que me gustó demasiado ya que incluye algo que defiendo muchísimo, y que sé que es lo mismo que piensa Dios en todas las cosas de la vida: No importan tanto tus cualidades o capacidades sino tu voluntad para hacer las cosas. En mi equipo defiendo mil veces los jugadores que no son muy talentosos pero que dejan todo en la cancha. Los argentinos tienden a ser buenos o los mejores en cada cosa que hacen porque por encima del talento que puedan tener para algo, es su voluntad la que los hace ganar. Ahora, entrando en materia, el video que les voy a mostrar a continuación es un breve resumen de un emotivo momento deportivo en el cual, y a juicio de muchos, no se debió premiar al primero sino al mejor. Juzguen ustedes:



¿Qué tal? ¿se conmovieron? ¿a qué se les hizo parecido?. Como es costumbre, voy a dar una breve descripción del negrito este. Derek Redmond es un atleta británico y nació el 3 de septiembre de 1965 (¡felíz cumpleaños Derek!) en Bletchley, Buckinghamshire, Inglaterra. En los juegos olímpicos de Barcelona en 1992, él competía por las semifinales en la prueba de 400 mts. planos y nuestro muchacho estaba ahí, compitiendo, en una prueba por la cual se había entrenado arduamente quién sabe por cuanto tiempo. Corriendo por el carril 5 de repente las fibras musculares de su isquiotibial se rompieron en mitad de la carrera, dejándolo sin posibilidades de ganar. Pero el hombre no se entrenó para dejarla a medias, así que en una gran muestra de coraje se levantó y comenzó a correr como pudo con el fín de terminar la carrera. Para mí, el momento climax fue cuando del público salió un señor a tratar de ayudarlo sin importar que lo trataran de detener. Él era Jim Redmond, su padre, quién apoyó a su hijo y le ayudó a llegar a la meta. Estoy seguro que pocos recuerdan quién ganó esa carrera ese día, así como estoy seguro que los que la vieron o han visto este video no olvidan quién es Redmond. Es increible ese sentido paternal de protección, que se activa inmediatamente cuando hay amenaza de fracaso en la vida de un hijo. Fijo que en nuestras vidas hemos sentido cómo se rompen nuestros isquiotibiales en medio de la carrera, vemos que tantos años de preparación se van al retrete por un obstáculo y todo indica (la lógica, especialmente) que debemos desistir, abandonar, saborear la derrota. Pero es en ese momento cuando nuestro querido parde siempre acudirá, ahuyentando dichas personas que tratan de evitar que la ayuda llegue, nos tomará de un brazo y llevará nuestro peso sobre sus hombros. Sí don Jim fue capaz de hacerlo siendo un simple mortal, si el sentido de protección paternal lo podemos ver hasta en el reino animal, ¿cuanto más crees que lo haría Dios por nosotros?. Al carajo los isquiotibiales, si no fueran por esas lesiones no sentiríamos el amor de nuestro padre y sus brazos levantando nuestro cuerpo para que terminemos la carrera, pero para que todo eso sea posible debemos tener un corazón lleno de voluntad, determinado a terminar la carrera por más que lleguen las dificultades. A Jim le hubiera costado muchísimo ayudar a su hijo si él no hubiera tenido el coraje de seguir (no debe ser tarea fácil cargarlo a cuestas si él no colabora). A lo mejor Jim no se hubiera lanzado a la pista si no ve que su hijo se levanta, a lo mejor pensaría que por su salud es mejor que permaneciera quieto mientras llega la asistencia médica, pero fue la determinación de Derek la que hizo que su padre también entrara al ruedo. Dios nunca te va a abandonar, somos nosotros los que lo hacemos, si cada vez escuchamos más lejana su voz, trata de adivinar quién es el que se está alejando, y lo que Dios dice es que sigamos, que confiemos en él, que corramos sin importar nada y que nos levantemos así el "totazo" sea duro, ya que siempre estará ahí para ayudarnos. No permitas que un isquiotibial roto también rompa tu espíritu o tu autoestima, ya que si no claudicas, la victoria llegará no porque seas el número uno, sino porque vas a ser el mejor.

Hebreos 12: 1-2= Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

1 comentario:

Unknown dijo...

Pacho gracias! No te imaginas cuanto lo necesitaba!! Gracias!! Gracias!! MAPS